lunes, 29 de agosto de 2011

LAS ROSAS, UN POCO DE SU HISTORIA



La historia de la rosa es muy larga. Se han descubierto rosas fosilizadas que tienen treinta millones de años de antigüedad. Su historia más reciente es complicada y confusa.

Los persas ya cultivaban rosas, llevándolas a los países que conquistaron.

 En la Grecia antigua estuvo muy extendido el culto a la rosa; fue allí donde se originó la costumbre de extender rosas sobre las tumbas. La rosa fue dedicada a Afrodita, la diosa del amor, y más tarde a Eros. Tanto los griegos como los romanos la emplearon para confeccionar guirnaldas en sus fiestas y fueron utilizadas más profusamente en los banquetes que celebraban las victorias.

Los guerreros romanos eran frecuentemente coronados con guirnaldas de rosas y sus mujeres empleaban sus pétalos para perfumar sus baños.

 La expresión "sub rosa" procede de la época romana. La rosa suspendida sobre la mesa del banquete significaba que todo lo que se dijera allí era estrictamente confidencial; se tomaba esta precaución ante las indiscreciones verbales hechas por parte de los comensales bebidos.
Los fenicios y los egipcios estimaron mucho las rosas. Cleopatra proporcionaba lechos de rosas a sus invitados distinguidos; los pétalos también se utilizaban para llenar almohadas y para formar alfombras de varios centímetros de espesor sobre los suelos.
Los excesos cometidos durante la última parte del Imperio Romano, unidos a los fuertes lazos establecidos entre la rosa y Venus, patrona de la jardinería, así como diosa del amor, terminaron por dar una mala reputación a la rosa y, aunque sólo por poco tiempo, se convirtió en un símbolo del vicio y la licenciosidad.
 La rosa fue condenada por el papado como una flor pagana, pero permanecieron el afecto y el apego por ella, hasta que la rosa roja terminó por simbolizar la sangre de Jesús y la de los mártires cristianos, mientras que la rosa blanca representaba la pureza de la Virgen María.

En China se han cultivado rosas desde el año 900 D.C., aunque la primera rosa china no llegó al Occidente hasta el siglo XVIII.

Además de ser un símbolo del amor, la rosa también ha sido un símbolo de la guerra. En la Guerra de las Rosas, en Inglaterra, entre 1455 y 1485, la Rosa gallica fue adoptada como el emblema de rosa roja de la Casa de Lancaster, mientras que la semidoble Rosa alba fue el símbolo de rosa blanca de la Casa de York. Los dos bandos en lucha quedaron unidos por el matrimonio de Enrique Tudor con Isabel de York; entonces, se combinaron las dos rosas para formar la rosa roja y blanca Tudor, que sigue siendo un símbolo de  la realeza hasta nuestros días.

La fecha de división entre las denominadas rosas antiguas y las variedades modernas se admite generalmente que fue el año 1800. A principios del siglo XIX la colección de rosas que la emperatriz Josefina tenía en Malmaison hizo que el cultivo de las rosas se convirtiera en una afición de moda en Francia. Esta moda ejerció un efecto evidente sobre los floricultores franceses, que lograron cultivar nuevas variedades. El mecenazgo de Josefina para con el artista Redouté hizo posible que llegaran a nosotros sus conocidas y hermosas pinturas. Se dice que durante las guerras napoleónicas a Josefina se le enviaban rosas desde Inglaterra y, tras habérseles concedido un tratamiento especial de paso libre a través del bloqueo, llegaban hasta ella en buen estado.

El arte (y la ciencia) del cultivo de la rosa depende de un atributo particular y muy inconveniente de las rosas modernas. Estas no se reproducen verdaderamente. Esto significa que, por ejemplo, si una flor Madame A. Meilland es fertilizada con el mismo polen todas las plantas jóvenes resultantes serán diferentes y ninguna será idéntica a sus padres. Las razones de que esto sea así se encuentran parcialmente en la larga historia de cultivo de la rosa -a través de los siglos se han incorporado tantos caracteres que la estructura genética actual es muy complicada. El resultado, para todos los propósitos prácticos, es que con objeto de conservar sus características particulares, todas las rosas nuevas tienen que ser propagadas vegetativamente; esto se consigue mediante un proceso conocido como injerto. Esencialmente lo que sucede es que el sistema de raíces y parte del tallo de una planta ya establecida son utilizados para que crezcan las hojas y flores de una variedad deseada, que desarrolla a partir de un solo brote injertado en dicho subtronco.

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