miércoles, 24 de abril de 2013

CARTA DE AMOR DE HACE TRES SIGLOS


"Me abraso en amores": descubren en Toledo una carta de amor de hace más de 300 años
Ni las guerras ni el paso del tiempo. El amor todo lo puede. El que Alfonso Vargas confesó sentir por María de Sierra en una carta escrita hace más de 300 años será además eterno en internet y las hemerotecas. "Me abraso en amores, y así, querida mía, digo que en ausencia como en presencia, siempre me abraso", confesaba este hombre desconocido en una misiva en la que se deshacía en atenciones hacia su amada. Vargas la escribió en Toledo el 29 de octubre de 1700, pero su contenido no ha trascendido hasta ahora, a pesar de que permaneció intacta durante más de tres siglos.
Este mensaje -que puedes leer íntegro a continuación- fue descubierto hace 25 años en una casa en la capital manchega. La nueva propietaria, en medio de las obras de remodelación del edificio, vio un hilo que salía entre dos vigas. "Tirando, tirando, salió la carta, enrollada como un canutillo", explica Manuel Palencia, el historiador de la Asociación Cuéntame Toledo que acaba de descifrar el texto.
"Es castellano antiguo, faltan letras, incluso palabras", comenta Palencia a El Huffington Post, "por eso me pidieron que lo tradujera".
No se sabe quiénes son los enamorados. Tampoco se sabe si los sentimientos de Alfonso fueron correspondidos. Tan sólo hay una decena de palabras entre las que él insta a la muchacha a responder al día siguiente y reconoce: "Nací para servir a Vuesa Merced". Pero Palencia a se aventura a dar un contexto al mensaje. "Seguramente María guardó esta carta porque sería la primera vez que Alfonso le declaraba abiertamente su amor", explica animado.
La única certeza que deja el papel es la fecha. Datada el 29 de octubre de 1700, tres días antes de que la historia de España diera un vuelco, esa amor nació en una España en la que ni siquiera estaban los Borbones en el trono. Carlos II, el último de los Austrias murió el 1 de noviembre ese mismo año, y con él empezó una de las guerras más cruentas de nuestro país, la de Sucesión.
La nueva propietaria de la carta -una profesora retirada- ha decidido conservarla, según el historiador. En sus manos queda una historia de amor de hacer 300 años que vuelve a cobrar vigencia.
LA CARTA ÍNTEGRA:
Ya que he merecido, de manos de vuestra merced, tan gran favor, es necesario que me sepa aprovechar de él. Lo primero que respondo es que yo nací para servir (a Vmd.) pero no para mandar; lo segundo, digo que el no haber hecho lo que Vmd. me mandó ha sido por causa de no avispar y así pido perdón de lo mal hecho. Lo tercero, digo que cuanto más me cansase Vmd. recibiré tanto más favor, y he estimado mucho el favor de haberme alcanzado los papeles. Y a Pepita, cuando Vmd. la bese, le dará Vmd. dos besos más, uno por mí, y otro por D. Juan, y como dije en cuanto a la letra, no la he visto mejor de mujer, y lo que encargo es que se acuerde de mí estando ausente, y para qué se han de gastar entre los dos circunloquios, porque es mi afición tanta a Vmd. que me abraso en amores, y así, querida mía, digo que, así en ausencia como en presencia, siempre me abraso, y si mucho me estima Vmd. mucho más estimo, y amo a Vmd. Sea la gracia a Vmd. y felices siglos.
Toledo y octubre, a 29, 1700.
Tu amante del corazón.
D. Alfonso Vargas y Montes
La mi Señora y querida Dª. María de Sierra
Por haber escrito deprisa, no se explica más mi afectuoso amor para con Vmd.
Para mañana, siendo Dios servido, espero la respuesta.

martes, 23 de abril de 2013

¡¡¡¡FELIZ DÍA DEL LIBRO 2013!!!!


“Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.”

sábado, 6 de abril de 2013

MARINA



Siempre a la misma hora se la veía deambular por las calles más solitarias. El vecindario atisbaba por las rendijas percibiendo ese olor a maresía que era su huella.
Aroma de algas, salitre, arena, mar, espuma…
Sus pasos sosegados, seguros, no predecían la lucha interior que mantenía. En su lento monólogo las sílabas se derretían en su mirada, sus ojos oscurecían la noche y acallaban el grito de su garganta.
-      Marina, Marina ¿dónde vas?
La voz de su madre retumbaba en los adoquines de la calle.
-      Deja la mar, vuelve…
Marina seguía adelante sin querer oír.
Un día, el vecindario que atisbaba por las rendijas, puntual, a su hora, no la vio; aunque quedó en el aire su fragancia…
Algas, salitre, arena, mar, espuma…
Maresía.

© Ana I. Hernández Guimerá