lunes, 2 de agosto de 2010

MIS AMANTES



Jamás pensé que esto que voy a contar me ocurriría a mí.
Me educaron para ser una niña buena, una linda señorita que aprendió piano, francés y mecanografía, así como a realizar desde pequeña todas las labores de la casa.
Luego fui a la universidad, terminé mi carrera, trabajé y me casé. Tuve tres lindos hijos que constituyen el mayor orgullo y el más preciado tesoro.
A los 46 años, por esas cosas que tiene la vida, me divorcié.
La vida siguió su curso.
Daba clases en un colegio, el mismo donde estudiaban mis hijos.
Allí hice mis auténticas amistades. Tanto que se convirtieron en la familia que no tenía aquí dónde vivo ahora. Mis niñas, como yo las llamo, han sido el gran apoyo y el cariño que tanto añoramos cuando estamos lejos de nuestra familia.
Y en el año 2002 empezó a ocurrir lo que voy a contar.
¡Me despendolé!
Comencé a tener dos amantes que, aunque se venían insinuando años atrás, fue entonces cuando me enredé con ellos.
Yo, la mujer que parecía que nunca había roto un plato, estaba, de pronto e inesperadamente, en brazos de dos hombres que me tenían totalmente trastornada.
Uno se llama Holmes, es americano y, haciendo gala de su nacionalidad, es brutote y le gustan las cosas a lo grande. Me deja con el cuerpo lleno de dolores, tantos, que hasta tengo que hacer reposo en cama.
Al mismo tiempo conocí a Fukuda. Como imaginarán es japonés. No sé exactamente si nació por allí o es descendiente de nipones.
Como buen oriental es delicado y sibilino, tiene detalles que no le pasan por la cabeza a Holmes.
Después de estar con él, me duelen las articulaciones, me hormiguean los brazos y las piernas. Me agarra tan fuerte las manos que me las deja todas doloridas.
Ya digo, es muy astuto.
Y entonces, en el 2003, ocurrió lo inesperado
¡Apareció el tercer amante!
Un sueco denominado Sjögren.
Al conocerme se puso muy celoso debido a que los dos ya mencionados estaban al otro lado del charco y él, conocedor de esas relaciones, no le importó tener un papel secundario ya que lo que pretendía es que tuviera a alguien europeo.
No lo ha dudado ni un momento y, siempre, es el primero en atenderme.
Le encanta mirarme fijamente a los ojos, acariciarme la nariz y las orejas, besarme y amarme con pasión y otras que, como una señorita educada que fui, no me atrevo a reseñar.
Lo más curioso y, a cosecuencia de todo lo anterior, mis ojos, mi nariz, mis orejas, mis labios y mi boca se resecan al máximo y otras partes que, por pudor, no cito.
Por más que les cuento a los tres cómo me tienen y cómo me hacen sentir ¡Maldito el caso que me hacen!
Pero lo más curioso de todo es que nunca he logrado averiguar sus nombres. Sólo sé que se llaman Holmes, Fukuda y Sjögren
© Ana I. Hernández Guimerá
Octubre 2006
Holmes y Fukuda fueron los que, en 2001, establecieron definitivamente los criterios diagnósticos del SFC/ENMI – Síndrome de Fatiga Cronica/Encefalimielitis Miálgica. Mis dos primeros “amantes”

Sjögren es un oftalmólogo sueco que en 1930 describió el síndrome que lleva su nombre, también llamado Síndrome Seco, y que me acompaña siempre.

6 comentarios:

  1. hoy he empezado a leer esta historia, y mientras leia, pensaba!Que tia, que calladito se lo tenia ! LA IMAGINACION DE LAS LECTORAS TAMPOCO TIENE FIN .

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  2. Enhorabuena por tomarte la vida de ese modo.

    Un abrazo fuerte.

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  3. Holaaaa preciosa, lo menos que yo me esperaba por aquí. Soy muy ligera de cascos como comprobarás.
    Tengo otro blog que a lo mejor te gusta www.aihg.blogspot.com
    Tenemos que vernos que soy una dejada.
    Besos vecina

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  4. Gracias Magda linda. Eres un amor.
    Y sí, o me lo tomo así o no sabría qué hacer.
    Besos de mar azul

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  5. a ver si alguien nos explica cómo "divorciarnos" también de los amantes
    ;-) bs
    maoke

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  6. Mi caracola linda, ya sabes que en esas "tierras" el divorcio está prohibido.
    Vaya con los dichosos amantes, no nos dejan ni a sol ni a sombra ;-)
    Besos, besos

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