Posted: 06 Jan 2012 11:00 PM PST
El 21 de diciembre de 2011, en el vuelo entre Washington DC y Chicago, un pasajero fue detenido por llevar encima un libro muy especial, titulado Ninja. El guerrero sombra. Lo realmente extraordinario de esta obra, más allá de su contenido textual, resultó ser su contenido físico: el libro había sido vaciado para portar dos peligrosos cuchillos arrojadizos.
No es la primera vez que nos encontramos con un uso poco habitual del libro común. Aunque no estamos a favor de utilizar los libros como compartimentos secretos donde guardar armas blancas, puede ser una opción divertida simplemente para esconder cualquier objeto privado o incluso como regalo original.En Youtube pueden encontrarse vídeos que nos explican cómo vaciar un libro para utilizarlo como recipiente:
El uso del libro como objeto o material artístico es frecuente y produce auténticas joyas (sólo hay que ver el trabajo que realizan con recortes los artistas Sue Blackwell, o Thomas Allen, que se especializa en la ficción pulp para crear sus puestas en escena de género negro), pero podemos darle también una utilización más cotidiana y práctica. Podemosconvertirlo en bolso, por ejemplo:
O también en un práctico mueble. Pueden encontrarse mesas, sillones, lámparas e incluso estanterías creadas con libros, y hay quien hace árboles de Navidad. Con todo, el libro rey para aplicaciones alternativas es, por supuesto, la guía telefónica. Al fin y al cabo, ¿qué hacer con una cantidad tan grande de papel cuyos datos expiran de un año para otro? Hay usos pequeños y sencillos como la creación de lacitos para regalos ocomo papel de envolver, y cualquiera que haya limpiado una ventana habrá probado el truco, bastante eficiente, de utilizar papel de guía telefónica, de revista o de periódico. Otros usos más complejos, de guía telefónica o de cualquier tipo de papel, se refieren a la moda. En esta ronda de fotos de Flickr podéis encontrar un ejemplo muy elaborado de las posibilidades de una guía telefónica completa, diseñado y producido por una estudiante de arte.
Y no podemos olvidarnos del libro, y del arte asociado a éste, en lo que se refiere al acto de protesta. En Edimburgo ha surgido un artista que ha dejado un rastro de pequeñas esculturas creadas de libros, posiblemente como respuesta a los recortes presupuestarios dedicados a bibliotecas y a otros centros relacionados con la literatura. Las piezas son auténticas muestras de amor por el arte y el libro y han ido apareciendo a lo largo del año a las puertas (o en el interior) de diferentes centros que se dedican a la promoción y conservación del libro. El artista permanece en el anonimato, y deja pequeñas notas junto a sus regalos, generalmente con palabras de agradecimiento por la labor del centro agasajado, además de una extraña fijación con el escritor Ian Rankin. Sólo se sabe, por sus propias notas, que se trata de una mujer. En el blog del “paparazzi literario” escocés Chris Scott pueden encontrarse numerosas imágenes de las obras regaladas, además de información sobre qué han hecho los centros con sus presentes.
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