Tras el ventanal pasa la vida.
Los coches, los viandantes. Unos más cansinos, otros vitales.
Algunos niños bien abrigaditos.
Las bicis, cortesía del ayuntamiento, están aparcadas.
Son muchas a la espera de sus ocupantes.
No sé si me resfríe. Esa dichosa manía de fumar y airear.
O es la temperatura que consigue que esté todo el tiempo sonándome.
Miro a los demás, la única que lleva pañuelo soy yo.
Es que vienes de tierra caliente, me dicen.
A lo mejor es eso.
En esta ciudad, que no es la mía, veo pasar la vida a través de los cristales.
Tras el ventanal pasa la vida.
© Ana I. Hernández Guimerá
Barcelona-Noviembre 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario