Por la tierra injusta estaba la mujer de piel y ojos
mansos y oscuros.
El sol era su dios y la lluvia una desconocida.
Una mujer libre que ignoraba la primavera y anhelaba la
mar con su nombre hermoso y un deseo permanente.
Sus manos derramaban arena como quien sosiega el quicio
de su alma.
Cuántas veces traspasaba esa casa que era su desierto y
llevaba con vehemencia el viento traspasando el océano en ese aire que, perdido
y sin remedio, se refugiaba en esos rincones de las islas, contemplando la mar
y en las que permanecía unos días neblando por completo el todo que abrazaba.
Su nombre resonaba entre los isleños acostumbrados a
ella: Calima.
© Ana I. Hernández Guimerá
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La
calina o calima, es un fenómeno meteorológico consistente en la presencia en la
atmósfera de partículas muy pequeñas de polvo de arena en suspensión.
Una calima muy poética, Ana.
ResponderEliminarEs una entrada preciosa.
Un beso enorme.
Gracias Malena, me alegra que te guste. Lo escribí con agrado.
ResponderEliminarCariños inmensos