Me miré en el espejo de su juventud y a los oídos de mi alma llegaron notas de arpa con cantos de ángeles celestiales que, deleitaron a mi corazón; regocijo de ilusiones volvieron a nacer en mi y volaron, por el cielo de mi mente, pájaros azules trayendo en su pico ramitos de fraternal cariño, cual de mi hijo se tratara, volviendo a casa. En este sueño de realidad, capricho de la vida, y su tesón en conocerme,
abrió un rosal de emociones, en mi pecho, esperando su llamada de buenas noches, como esta Vd., todos los días a la misma hora que, me sabe a aroma de hierbabuena y mi vejez se ilumina en seguir viva por esta nueva ilusión que, aún en el otoño hay quien te necesita para compartir y platicar sobre los avatares que conlleva la vida misma de un joven y una vieja amiga.
abrió un rosal de emociones, en mi pecho, esperando su llamada de buenas noches, como esta Vd., todos los días a la misma hora que, me sabe a aroma de hierbabuena y mi vejez se ilumina en seguir viva por esta nueva ilusión que, aún en el otoño hay quien te necesita para compartir y platicar sobre los avatares que conlleva la vida misma de un joven y una vieja amiga.
© Leonor Rodríguez Rguez.
Querida Anaís, es una gozada ver mi cuento en este excelente blog de tantos otros que escriben tan bello y sensato.
ResponderEliminarGracias, muchos abrazos mi niñá.
Leonor.
A mí me encanta tener la oportunidad de ponerlos y siendo tan lindos más.
ResponderEliminarBesos y sonrisas